Por Karina Quintero Quintero y Jennifer Galindo Hernández
En la cadena de suministro, muchas decisiones viajan por carretera, pero no solo en un tractocamión, también lo hacen en chats, notas de voz y fotos enviadas por WhatsApp. Pese a los avances tecnológicos en múltiples industrias, el transporte en México sigue dependiendo en gran medida de herramientas como WhatsApp y Excel para coordinar y registrar operaciones logísticas.
En ese canal, tan cotidiano como riesgoso, circulan indicaciones clave como la ruta, el número de caja a enganchar, la llegada de un operador al patio, la autorización para arrancar o incluso fotos de tarjetas de crédito. Basta que un celular se pierda o que un trabajador cambie de empleo para que toda esa información quede expuesta, sin trazabilidad ni control.
“La vulnerabilidad no está en el hackeo de la plataforma como tal. Está en que usamos canales personales, en que la información se queda en el WhatsApp de una persona. Si se va de la empresa, si pierde el celular, si reenvía algo por accidente, se pierde el control”, advierte Cristina Sánchez, gerente de Ingeniería de Preventa en Samsara.
Lo que para muchos representa agilidad o practicidad, para los especialistas representa un riesgo sistémico.
“El 95% del transporte en México opera en grupos de WhatsApp. De ahí la información pasa a Excel y, con suerte, al TMS o ERP. Pero ya pasó por dos plataformas manipulables. ¿Qué tan veraz es esa información? ¿Qué tan en tiempo real?”, cuestiona Enrique Vázquez, director general de Recurso Confiable.
Para Hugo Ruiz, presidente del Consejo Nacional de Ejecutivos en Logística y Cadena de Suministro (ConaLog), esta informalidad tecnológica no solo impide el crecimiento del negocio logístico, también expone a las empresas a errores, pérdidas y hasta ciberataques.
“El WhatsApp no tiene políticas de acceso, ni auditorías ni respaldo. Y sin embargo se mandan mensajes clave sobre rutas, tarifas o tiempos de entrega por ahí. Si alguien se infiltra, se lleva todo”, advierte.
A esto se suma la dependencia de la “información en la cabeza” de operadores o personal de tráfico.
“He visto operaciones donde la trazabilidad depende de un solo mensaje de texto. Si esa persona no está o se equivoca, se pierde el control”, agrega Ruiz.