El 2026 se visualiza en un entorno de tensión por, entre otras cuestiones, la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y el escrutinio de las cadenas de suministro globales, por lo que Claudia Ávila, directora general de Atención Aduanera y Asuntos Internacionales de la Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), subrayó que la relación con el vecino del norte debe verse desde una lógica de interdependencia y no de confrontación.
“Es una relación asimétrica, pero de interdependencia. Estados Unidos sabe que nos necesita y nosotros recibimos a nuestra contraparte el CBP (Customs and Border Protection) en mesas de trabajo con cordialidad y colaboración”, afirmó durante su participación con la Asociación Mexicana del Transporte Intermodal (AMTI).
De acuerdo con Ávila, la preocupación central de Washington no es México, sino la creciente influencia de China en las cadenas de valor, en la que utiliza al país como una plataforma para llegar a mercados estadounidenses.
Sin embargo, aclaró que las investigaciones no muestran evidencia de que los productos chinos entren “tal cual” y se reexporten sin transformación.
“Más del 50% de lo que México importa de China no son bienes intermedios, lo que refleja que sí existe un proceso de transformación productiva”, precisó.
En este contexto, recordó que el Plan México busca sustituir insumos asiáticos por producción nacional, fortaleciendo a las pequeñas y medianas empresas (pymes) con financiamiento, certificaciones y mejoras de calidad.
“Mientras Estados Unidos no se sienta amenazado por la presencia china en estas cadenas, la probabilidad de que impongan nuevos aranceles disminuirá”, aseguró.
Por otra parte, Ávila reconoció que la ANAM enfrenta desafíos operativos importantes, como el creciente volumen de mercancía abandonada, que va desde paquetes de comercio electrónico hasta equipo médico con material radioactivo.
“No se trata solo de retirar físicamente la mercancía, cada producto tiene un estatus legal y, en muchos casos, implica riesgos a la salud. Por eso estamos trabajando con Estados Unidos en programas de detección y mitigación, incluyendo barridos para evitar irradiación en instalaciones”, detalló.
La vocera advirtió que algunos recintos fiscalizados estratégicos (RFE) han sido utilizados como bodegas para contrabando o evasión fiscal, lo que desvirtúa su propósito original.
“Estos recintos surgieron para atraer inversión y fomentar la transformación productiva, pero a veces se han usado de forma indebida. La nueva ley aduanera busca reforzar controles con inventarios electrónicos y candados digitales para garantizar que cumplan su objetivo de dar competitividad al país”, apuntó.
Ávila destacó que la modernización aduanera pasa por la digitalización de procesos y la reducción de la intervención humana, lo que implica homologar criterios, capacitar al personal y actualizar equipos.
En cuanto a Operador Económico Autorizado (OEA), aseguró que hoy ya no es un complemento, sino un diferenciador esencial, no solo para agilizar operaciones, también como prestigio en el mercado.
Para Ávila, el gran desafío está en encontrar un equilibrio entre el control de riesgos y la competitividad empresarial.
“El espíritu de los programas de certificación y seguridad es mitigar riesgos, pero debe existir un balance, más beneficios para las empresas que cumplen, menos trámites y revisiones innecesarias, y al mismo tiempo mayor certidumbre para las autoridades”, dijo.